Opinión: «Calidez versus paternalismo»

Por Juan Peña Libuy, abogado.

Uno de los grandes avances legislativos a los cuales hemos asistido en estos primeros días de marzo dice relación con la reciente promulgación por parte del Presidente de la República Gabriel Boric de la ley TEA, cuyo principal objetivo es asegurar el derecho a la igualdad de oportunidades y resguardar la inclusión social de los niños, niñas, adolescentes y adultos con trastorno del espectro autista (TEA), eliminando cualquier forma de discriminación.

Esta legislación representa un gran avance en materia de inclusión pero, más allá de sus titulares, representa una buena manera de entender que los temas sanitarios deben ser tratados con integralidad y amplitud de criterio.

Desde el punto de vista técnico podrían destacarse múltiples aspectos de este nuevo cuerpo normativo. Sin embargo, el aspecto que quisiera destacar en estas líneas dice relación con otro asunto, igualmente relevante, pero que suele pasar desapercibido aunque, por fortuna, lo es cada vez menos: La calidez genuina observada al momento de la promulgación. Calidez que no debe confundirse con paternalismo.

Quisiera detenerme en la distinción entre estos dos conceptos

El paternalismo, ya sea en el ámbito público o privado, implica muchas veces una irritante forma de tratar a los otros de una forma inferior. Por eso, en el ámbito que nos convoca, debemos tener presente que especialmente los niños, niñas y adolescentes con TEA no son sujetos inferiores. Son, antes que todo, sujetos de derecho que merecen un trato adecuado de parte del Estado y sus instituciones, y  también de parte de la sociedad toda.

La genuina calidez, en cambio, nos recuerda que las políticas públicas pueden  -y deben, deberían- estar siempre imbuidas de un fuerte sentimiento de cariño por la comunidad de la cual se es parte.

Construir desde el cariño, desde el sentimiento de cuidado por el otro, es algo que nos acercará siempre y en forma irremediable al máximo sentido de humanidad posible.

La reciente promulgación de la ley TEA, y todas las políticas públicas que dicha normativa promueve es un gran paso hacia ese sentido de humanidad a que he hecho mención.

Cuán distintas serían las cosas si nos tratásemos con calidez y no con paternalismo.

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