Por Valeria Cárcamo Vidal, Activista Feminista FEMCHI.

Los avances del fascismo ha estado mas presente que nunca estos últimos 5 años, esto con acciones, con vocerías políticas y con normalización de actitudes violentas en la sociedad o espacios de visibilidad pública. Pero, para poder entender que es el fascismo, debo precisar en que el fascismo no es meramente una palabra al aire para decirle a una oposición del pensar personal, mas bien es “es una ideología, un movimiento político y una forma de gobierno ​ de carácter totalitario, antidemocrático, ultranacionalista y de extrema derecha”, y esto se potencia con el aliado de medios de comunicación como una hegemonía de control del poder y con ello, potenciar figuras que están dispuestas a asumir desafíos de vocerías para instalar la ideología fascista, o como se les gusta nombrar, “la libertad”. 

Vamos por un análisis local. Es sabido que las vocerías que llevan el discurso fascista inicia con un líder, el ex parlamentario que contaba con un 17% de asistencia al parlamento, pero que sigue emplazando al espectro político y su falencia legislativa, José Antonio Kast. Este personaje en especial asumió una carrera política liderando la candidatura presidencial por el partido republicano (los del escudo del capitán América, pero que en Chile es el escudo utilizado por los defensores de la dictadura cívico militar) que su agenda de propuesta de Gobierno, en vez de proponer avances, se quedan en el populismo de retroceder, fiel agenda de derecha extrema. En esto se destaca el retroceso de conquistas de derechos de las mujeres, como la eliminación (o “fusión” como quisieron ocultar) del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, la propuesta de la eliminación de las 3 causales para poder abortar y que después desconoce porque “no la leyó”. 

Y eso es lo que descansa el avance de la ideología fascista, en primera instancia, desinformar a la población, y no precisamente por la ignorancia de quienes llevan este discurso, sino más bien llevar un “logo” que simpatice con la ciudadanía y se aprovechen de ese desconocimiento, por ejemplo “con mis hijos no”, “con mi plata no”, entre otros. Y en una segunda instancia, es simplemente mantener la mentira a pie de cañón, jamás desmentir y jamás pedir disculpas. En esto tienen todo el respaldo porque en Chile tenemos un país donde no se ha legislado sobre el negacionismo y tampoco se ha legislado sobre los medios. 

Aparte de un apoyo en el país, donde José Antonio Kast se saca fotografías con otras vocerías y personajes para agarrar un potencial de una población profundamente discriminadora y sesgada, como el diputado Johannes Kaiser (el que dijo en un live que las mujeres feas deberían agradecer ser violadas), el diputado Cristóbal Urruticoechea (el que dijo que la mujer no se puede “desviolar”), la diputada anti-mapuche del APRA, gloria Naveillan, la misma que se hizo conocida por  un audio filtrado donde se le escucha haciendo un llamando a atacar a las tomas de Municipalidades hechas por comuneros Mapuche, «con palos o lo que necesiten para defenderse” y todos estos personajes que llaman a la paz, al orden y la seguridad del país. 

El discurso fascista es fácil, avanza en la mentira, porque ninguna legislación te va a retroceder, probablemente solo se tenga un respaldo a través de las injurias y/o calumnias, pero lo fácil es hacerlo constantemente. Desean mantener la concentración del poder monetario a nombre del discurso clasista, donde buscan separarse de este pueblo de clase media hacia abajo (como dirían humoristas, de plaza Italia para abajo) con solo intereses beneficiosos a las 3 comunas que no estuvieron dispuestas a tranzar por una Nueva Constitución, pero que en la ideología y la campaña lograron decir que todo fue un circo, tapando que se estaba tocando el corazón del neoliberalismo, la constitución creada en dictadura de 1973. 

La oleada viene no solo en Chile, sino también mundial. Hay que seguir los pasos y no ser reaccionarios, sino simplemente condenar, denunciar y frenar su avance. Como bien se ha dicho, lamentablemente el que no conoce su historia, está obligado a repetirla.